AMA DABLAM 1 – NOSOTROS 0 21-10-2011

Son las seis de la mañana y hace catorce horas que estoy metido en una diminuta tienda de campaña en la parte alta del campo I (CI) a 5700 m. Mis compañeros están cincuenta metros más abajo, en otra tienda que es para tres personas pero como está montada entre roca y hielo en una minúscula plataforma, es inhabitable para tres. Los vientos de las tiendas están atados a rocas sueltas en la ladera Este de la arista y las tiendas de otras expediciones como la nuestra, se desparraman cuesta abajo coloreando este incómodo CI. No es el mejor sitio en el que he dormido. Ayer a las cuatro de la tarde preparé mi cena en un súper hornillo que es capaz de hervir un litro de agua de hielo en menos de cinco minutos, un sopistand para abrir boca y espaguetis a la parmesana, después hice un litro de agua para beber.
A partir de las cinco de la tarde aquí es de noche, y es un peligro salir de la tienda a oscuras, cuando tengo que mear lo hago de rodillas en un bote de cola-cao, que luego tiro procurando que no les caiga nada a los vecinos y evitando verterlo sobre la nieve limpia que mañana utilizaré para desayunar.
Me acuesto en la esterilla y agradezco a Sergio, un malagueño que ya ha hecho cima, el regalo de dejarme usar esta tienda. Sus botas, crampones, media cantimplora, un casco, y un anorak, todavía están aquí. Nos dijo que subiría a por todas sus cosas cuando le fuera posible, pero no le ha sido posible, porque pese a las penurias que os cuento, lo peor de todo es la nevada que cae incesante desde las cuatro de la tarde de ayer. Él por su puesto no puede subir, y nosotros no podemos bajar.
Como digo, son las seis de la mañana y me armo de valor para ir a consensuar una decisión con mis vecinos de abajo, solo son 50 m. de desnivel, pero el frío me toma de tal manera, que al llegar a su tienda me baja la tensión hasta mis helados pies y estoy a punto de desmayarme; Mikel me tumba y me tapa con su saco mientras Xabi me frota las manos, diez minutos más tarde regreso y decidimos que es peligroso bajar y que esperaremos en el CI, les dejo un talki y me subo de nuevo al palomar. Increíblemente me duermo; cuando me despierto estoy entero, tomo el talki: “Xabi, me copias”, “Sí dime”, contesta, “creo que alguien ha intentado bajar, nos vestimos y nos vamos?”, Xabi dice “esto no va a cambiar, venga en diez minutos nos vestimos y quedamos en esta tienda, ok?”, “ok” contesto, nos embutimos en los trajes de gore y nos tiramos literalmente para abajo.
Hay dos tramos de cuerda fija que rapelamos sentados sobre la resbaladiza nieve que cubre la roca de granito, que ayer era todo adherencia, después nos abrazamos a bloques de roca helada, nos dejamos deslizar sobre piedras de gran tonelaje, incapaces de mantenernos de pie. El paisaje es de un blanco desorientador entre la niebla; continua nevando y la tensión agotadora de perdernos, nos deja al límite de nuestras fuerzas en casa, en el campo base.
Sergio, el malagueño, tiene su base al lado del nuestro, nos abraza al llegar, le traigo una sorpresa, él ya no tiene que subir a por sus cosas, bajo con sus botas puestas, sus crampones, el casco, el anorak y la cantimplora, “Ostia tío! Muchas gracias!, la verdad es que lo más importante era la cantimplora, tenía agua de cima. ¿La has visto no?”, le contesto “la he visto, claro! y me la he bebido”, “no jodas!”, nos miramos serios, yo preocupado sabedor de lo importante que son esas cosas, pero en seguida salta la carcajada, “bueno, ahora ya sabes lo que te toca”, me dice riendo.
Nuestro primer intento a terminado en fracaso, el tiempo nos ha bajado los humos, queda esperar que amaine, que todos los que quedan arriba puedan bajar, recuperarnos bien y volver a por más agua de la fuente sagrada de la cima, que esperemos que esta vez no acabe en el bote de cola-cao.