Salimos de Doha después de desayunar, a las 8:45 y como por arte de magia tres cuartos de hora mas tarde estábamos comiendo, pues ya eran las 12:30, hora de comer. Son las cosas de los cambios de horario. Aterrizamos en katamandu a las 16:30 hora local.
Acercándonos a Katmandú comenzamos a especular sobre los nombres de las montañas, que enormes se recortaban contra el cielo y sobresalían entre las nubes. Un gran espectáculo que se fue tornando de incertidumbre. Las masas de nubes blancas cubrían Katmandú y la punta de nuestro avión comenzó a pincharlas entre turbulencias. Pedro Mari se agarraba al asiento con fuerza.
En Katmandú llovía copiosamente. Ninguno de los que habíamos estado antes aquí habíamos visto llover en esta ciudad. Por suerte para nosotros, el piloto era experimentado en vuelos duros y aterrizamos sin problemas. Después en el aeropuerto se nos acerco y nos dijo que si nos veía por la ciudad tomaríamos una cerveza. Resulto ser de Córdoba. Un tal José García.
El sol de Katmandu no se hizo esperar. Bajo el agua, motos, coches, vacas, bicis, caminantes, turistas y autobuses nos mezclábamos en una masa uniforme que se fue desplazando hasta dejarnos en la puerta de nuestro hotel, en el barrio de Thamel. Después de haber estado en esta ciudad un montón de veces el viaje del aeropuerto al hotel nunca te deja indiferente.
Nos acomodaron como pudieron. Resulta que el viaje de ayer de Katmandu a Lucka no salió. Todos los turistas que tenían que haber comenzado su trekking ayer no lo pudieron hacer, y claro tenemos “overbooking in the hotel”. Parece que el monzón no se acaba de ir.
Hoy tenemos una visita guiada por la “City” para dejar que esta ciudad nos cuente sus historias y nos impregne con su esencia. En suma, todo va según lo previsto y el ambiente es excepcional. Iñaki ha mejorado espectacularmente y hoy ya esta restablecido.
Aquí os dejamos unas fotos de la visita guiada de hoy.
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